El multitasking y los problemas que acarrea

13 Aug 2020

Qué hacer cuando tenemos que ejecutar varias tareas (multitasking como la capacidad de saltar rápidamente de una tarea a la otra). Sin embargo, el multitasking también puede ser entendido como la destreza de ejecutar varias tareas diferentes en forma simultánea. Es aquí cuando pareciera no ser tan favorable como algunos proclaman. Al menos así lo sostiene una nueva investigación realizada por el Human-Computer Interaction Lab (traducido al español, el Laboratorio de Interacción entre el Humano y la Computadora), de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, Estados Unidos. El estudio muestra que el multitasking (quédense pasmados) puede “embrutecernos”.

 

El multitasking, puesto en duda

La tecnología está presente en nuestras vidas, muchas veces en mayor medida que nuestros propios amigos y familiares. Hasta incluso la presencia de nuestros amigos y familiares se ve facilitada por la tecnología que tenemos a nuestra disposición o para responder un e-mail de trabajo. Todas esas pequeñas interrupciones, normales para quien está acostumbrado al multitasking, tienen efectos negativos.

 

Como decíamos, el multitasking puede ser visto de varias formas. En el caso del estudio de la Carnegie Mellon University, el multitasking se refiere al cambio rápido entre actividades de diferentes contextos, lo que genera esas interrupciones nocivas que derivan en la pérdida de concentración y, a fin de cuentas, en un peor desempeño que se terminásemos la actividad sin interrupciones antes de “saltar” a la siguiente.

 

Resultados del estudio

El New York Times le solicitó a Alessandro Acquisti, profesor de TI, y al psicólogo Eyal Peer de la Carnegie Mellon, que desarrollaran un experimento que pudiese medir la energía perdida por el cerebro ante cada interrupción. Participaron 136 personas en el estudio, el cual consistía en un test patrón de habilidades cognitivas. Los participantes fueron divididos en tres grupos: uno solo completó el test. A los otros dos se les informó que “se contactados en cualquier momento vía mensaje instantáneo para más instrucciones”.

 

Durante una prueba inicial, esos dos grupos fueron interrumpidos dos veces. Luego, se realizó otro test pero, esa vez, únicamente el segundo fue interrumpido. El tercer grupo quedó esperando la llegada del mensaje, que nunca llegó. Vamos a referirnos a esos grupos como “Control”, “Interrumpido” y “Alto Alerta”.

 

Se esperaba que el grupo interrumpido cometiese algunos errores, pero los resultados fueron peores de lo que se imaginaban. Incluso los participantes que se consideraban eximios multitaskers cometieron un 20% más de errores que los participantes del grupo de control. Nosotros, como autónomos, sabemos que un 20% de error es una tasa ENORME, ¡principalmente porque la mayoría de los clientes no tolera ni un error!

 

Puede entonces deducirse que la distracción por una interrupción cualquiera, combinada con la energía que el cerebro gasta en prepararse para esa interrupción ya esperada, nos puede embrutecer en un 20%. Esto basta para hacer que un alumno repruebe un examen (sacando nota 6,2) en vez de aprobarlo (con nota 8). En nuestro caso, autónomos, es suficiente para hacernos MUY mala publicidad.

 

Ahora bien, en la segunda parte del experimento los resultados no fueron tan horrorosos. En este caso, se les informó a algunas personas del grupo que interrumpieron nuevamente, pero en realidad no se las estorbó. Nuevamente, al grupo “interrumpido” (que esta vez no fue interrumpido) le fue peor que al grupo de control, sólo que la diferencia cayó en un 14%. Según el Dr. Peer, esto sugiere que las personas que son interrumpidas y esperan una nueva interrupción pueden “aprender” a lidiar mejor con la distracción.

 

En el grupo de alerta hubo una sorpresa: ¡aquellos que esperaban la interrupción, y que nunca la recibida, mejoraron en un 43%, y les fue incluso mejor que al grupo de control! Por supuesto que estos resultados impensados ​​requieren de otras investigaciones; así y todo, el Dr. Peer sostiene que hay una explicación simple: los participantes aprendieron de su experiencia y sus cerebros se adaptaron a la situación, incluso en un corto período de tiempo.

Es posible que la amenaza de una interrupción futura haya sido interpretada como un “deadline”, y esto puede haber generado que ellos se concentran aún más. De todas formas, los peligros del multitasking, utilizado hoy en día por muchos estudiantes y profesionales sobrecargados, debe ser estudiado aún más a fondo.

 

Clifford Nass, un sociólogo de Standford, llevó a cabo los primeros tests sobre multitasking e hizo un comentario muy interesante. Nass dijo que “las personas que no consiguen resistir la atracción de hacer dos cosas al mismo tiempo son seducidas por la irrelevancia”. Ahora tenemos prueba de que no sólo AMAMOS la irrelevancia de aquel SMS o mensaje que recibimos en Facebook, sino que además somos perjudicados por esas pequeñas – y muchas veces, bien recibidas – distracciones, que roban nuestra concentración.

 

 

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